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HISTORIA DE MARRUECOS

de Egipto. Tras esto llamó á consejo á sus capitanes, y les dijo: «Los enemigos no cejan hoy sino para venir mañana más poderosos. La opulencia de nuestras ciudades, los tesoros de nuestras arcas, las joyas de nuestros vestidos, los frutos de nuestros huertos, las flores de nuestros jardines, las mieses de nuestros campos, los están invitando al robo y á la conquista. Caigan, pues, las ciudades, vuelvan los metales y pedrerías á la tierra que los produjo, talemos los frutos, las flores, las mieses, y levantaremos muros de espanto y de miseria que el árabe no pase jamás.» La heroína no conocía á aquellos conquistadores; ignoraba que venían movidos por resorte tal como el fanatismo religioso. No tardaron en volver: las huestes de Cahina fueron rotas después de una sangrienta pelea, y la mujer santa, como era llamada de los suyos, cayó en poder del vencedor. Propúsola el emir Hasan las ordinarias condiciones de los conquistadores muslimes: creer en Dios y en Mahoma, ó pagar tributo. Negóse á uno y otro la esforzada Cabina, y fué decapitada, llevando aquél su cabeza por trofeo á la corte del califa. Con este triunfo quedó llano el camino á los invasores para entrar en la Mauritania Tingitana. En tanto, depuesto Hasan, vino á proseguir la conquista Muza-ben-Nosseir, hombre en años, pero activo y vigoroso, de noble presencia, y tan cuidadoso de sí, que al decir de las historias, traía siempre cuidadosamente teñidas la barba y el cabello, que la larga edad encanecía. No hay acaso personaje más importante en la historia de Marruecos. Afable con unos, con otros magnífico; constante en la adversidad y modesto en la victoria, valiente y sagaz á maravilla, nos le pintan las tradiciones árabes, y tal