en que sucumba nuestra independencia, y nuestra nacionalidad desaparezca quizás para no resucitar nunca. Ahí enfrente hay para nosotros una cuestión de vida ó muerte; no vale olvidarla, no vale volver los ojos á otras partes; el día de la resolución llegará, y si nosotros no atendemos á resolverla, otros se encargarán de ello de muy buena voluntad. En el Atlas está nuestra frontera natural, que no en el canal estrecho que junta el Mediterráneo con el Atlántico; es lección de la antigua Roma.» Había sido éste el primer ensayo del autor en el difícil género de la historia, y luego después dio á luz otro ensayo más extenso, y de alguna mayor importancia, con el título de Historia de la decadencia de España. Esta obra, terminada en los primeros meses de 1854, acaba con una apreciación más lata aún del porvenir de nuestra política. «Con la guerra de la independencia, decía allí el autor, donde el antiguo carácter español se mostró de repente tan poderoso como en sus mejores días; con la última guerra de sucesión, donde también se ha empleado en las opuestas pretensiones algo de la fortaleza y esfuerzo moral del siglo xvi, y con los sacudimientos revolucionarios que han esparcido nuevas ideas y leyes, y necesidades por todas partes, desenvolviendo una gran actividad y un anhelo fructífero de trabajo y de adelantos materiales, se ha inaugurado un nuevo período histórico para España. Período decisivo, cuya responsabilidad no podrá menos de espantar á todos los que, sintiéndola en sí como hijos de esta época, consagren algún culto al deber y al patriotismo, aquellas nobles ideas por las cuales vivieron y murieron nuestros padres. España puede ser todavía una gran nación continental y marítima,
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HISTORIA DE MARRUECOS
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