lado por nuevos triunfos. Y no sólo el ejército de operaciones ha merecido en tales circunstancias aplauso. Dentro de la Península ha habido generales ilustres, que puestos al frente de los distritos en que con alta previsión se dividieron las fuerzas que quedaban, no sólo han conservado el orden público, sino que han ayudado eficazmente al ejército y á su general en jefe, organizando los hospitales, las reservas, los transportes, y compitiendo en abnegación, ya que no tenían la fortuna de competir en el peligro con sus compañeros de África. El gobierno, y señaladamente el ministro de Hacienda, han puesto de su parte cuanto era posible para el buen éxito de la guerra. Las Diputaciones provinciales, los Ayuntamientos', las Corporaciones de toda especie, el país entero, han ofrecido con profusión donativos para la guerra y para el socorro de los heridos é inutilizados en ella. Los vecinos de Madrid, especialmente, han hecho para este último objeto un donativo cuantioso; y las ciudades de Sevilla, Cádiz, Málaga, Algeciras y Ceuta, donde han estado los hospitales establecidos, se han señalado con hechos de caridad y entusiasmo indecibles. Málaga, sobre todo, donde algunas señoras, más distinguidas por su virtud que por sus riquezas, establecieron un hospital á su costa, se ha hecho acreedora al agradecimiento del ejército y al aplauso de la nación entera. Los partidos todos, menos algunos ilusos carlistas, han depuesto sus discordias en aras de la unión necesaria á la patria para vencer en la contienda. Todo, en fin, ha sido grande y noble; y el día en que se supo la toma de Tetuán especialmente, no se borrará jamás, de seguro, de la memaria de los españoles y de su Reina. Por su parte los marroquíes han
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HISTORIA DE MARRUECOS