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HISTORIA DE MARRUECOS

artillería, rayada ya cuando sólo la Francia había puesto en práctica el nuevo sistema; la buena disposición de la caballería, que, aunque en escaso número, se ha mostrado digna de su antiguo nombre en España; la sólida instrucción manifestada por los ingenieros y por el cuerpo sanitario y administrativo; por último, la prontitud con que se regularizaron todos los servicios militares del ejército, son cosas dignas de honrar para siempre, en primer término, al conde de Lucena D. Leopoldo O'Donnell, ministro de la Guerra y general en jefe; y en segundo término al general Mac-crohon, que interinamente desempeñó luego este Ministerio, y á los directores de las armas D. Francisco Serrano y Domínguez, D. Antonio Ros de Olano, D. Juan Zavala, D. Antonio Remón Zarco del Valle, D. Cayetano de Urbina y don Nicolás Briz; cada uno de los cuales ha merecido sobradamente la confianza y la gratitud de su patria. Las hábiles y esforzadas operaciones de desembarque, ejecutadas por la marina de guerra, por primera vez empleada en grande escala desde la ruina de nuestro poder naval, honran de la propia suerte á los generales y jefes que la han dirigido.

Justo es también, al celebrar los servicios prestados al ejército por la marina de guerra, recordar de nuevo el nombre del general Mac-crohon, activo y celoso ministro del ramo. Y en cuanto á los hechos de armas, son muchos los que sin duda quedarán escritos con caracteres indelebles en nuestra historia[1]. Dignas son de

  1. Como nuestro propósito no es describir la guerra, sino apuntar sus más notables hechos, nombraremos sólo á los comandantes generales de los cuerpos y no á los generales de división,