dia, los buques franceses bombardearon impíamente á la ciudad, que fué totalmente incendiada. Lo extraño del caso es que desde la vecina plaza de Rabat apenas hostilizaron á los franceses, á pesar de ver tan maltratados á sus hermanos, cuando entre unos y otros, obrando de consuno, pudieran haber puesto en notable aprieto á la escuadra. Trató el almirante francés con los de Rabat una neutraulidad, que no sabemos en qué pudiera justificarse. En seguida la escuadra amagó un nuevo ataque sobre Tánger; pero las autoridades marroquíes cedieron á cuanto se les exigía, y no tuvo lugar el hecho. En cuanto el sultán tuvo noticia de tales acontecimientos, obrando con su ordinaria energía, desaprobó la conducta de sus autoridades en el litoral, é hizo avanzar hacia las ciudades amenazadas considerables cuerpos de tropas. La guerra parecía otra vez inminente, cuando los consejos de los ingleses ó su propia prudencia inspiraron al fin al sultán menos belicosas ideas, y cambiándose mutuas satisfacciones, se conservó la paz entre las dos potencias. Pero al mismo tiempo que sucumbían los marroquíes á las exigencias de los franceses, que habían sabido hacerse respetar de ellos, sus hostilidades á España, y contra Melila especialmente, crecían de día en día. No contentos con haber usurpado los antiguos límites de esta plaza, lo mismo que los de la de Ceuta, molestaban continuamente con disparos de cañón á aquella guarnición y moradores, que en vano empleaban para escarmentarlos el cañón y mortero, según las estipulaciones del tratado vigente todavía. Creóse á fines de 1847 una Capitanía general de África en Ceuta, y al año siguiente se organizaron dos batallones ligeros, compuestos de voluntarios, con destino
Página:Apuntes para la historia de Marruecos.djvu/251
Esta página ha sido corregida
245
HISTORIA DE MARRUECOS