bles cuerpos de infantes, mientras que por las llanuras que se extienden al frente de aquella plaza hasta Tremecen había de avanzar la caballería, envolviendo entre sus numerosos escuadrones al reducido ejército que los contrarios podían oponerle. En el caso de salir victoriosos del primer encuentro, la población entera del país se habría alzado contra los franceses, y los marroquíes se habrían adelantado á bloquear y asediar á Tremecen, Orán y Mascara, y aun la misma plaza de Argel. Pero todos estos planes y propósitos los desbarató de un golpe la fortuna. El 13 de Agosto el mariscal Bugeaud, determinado á entrar en campaña, levantó su campo en silencio^ fingiendo un gran forrajeo para que los enemigos no se apercibiesen de su movimiento, y vino á alojarse en la ribera del Ysli hacia uno de sus recodos, desde donde caminó hasta dar vista, á cosa de las ocho de la mañana, al campo enemigo. Estaba éste situado detrás de unas colinas que aparecían ocupadas y defendidas por tropas de infantes y de caballos; el grueso de la caballería, repartido en dos divisiones iguales, cubría los flancos ó vertientes de las colinas al Oriente y al Occidente. El campo estaba defendido por once piezas de artillería, que eran las que arrastraba consigo el ejército. Por delante de las colinas formaba el Ysli un nuevo recodo que las servía de foso, aunque entre ellas y el álveo del río quedaba una llanura algo extensa. La infantería de los marroquíes era muy escasa y compuesta de algunos grupos desorganizados; la caballería pasaba de veinticinco mil hombres, según se dice, y eran las verdaderas tropas del imperio. En cuanto al número de los franceses, excedía poco de doce mil hombres; los ocho mil quinientos de infantería,
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HISTORIA DE MARRUECOS