sobrenatural los guía. Alarico llega delante de la ciudad imperial, retírase, vuelve, torna como dudoso, y al fin cae sobre ella y la saquea: aquello sí que estaba escrito.
Godos, vándalos, suevos, francos, hérulos, sajones y alanos vinieron al Mediodía: todos apagaban la sed en el cráneo del vencido: tropezar y romper, hollar y destruir, eran cosas comunes en ellos. Pero diferenciábanse en algo: que los godos, si pérfidos, eran castos; y los alemanes, aunque no pérfidos, preciábanse de lujuriosos; los francos eran embusteros, pero hospitalarios; los sajones cruelísimos, pero castos, y castos eran los vándalos también, aunque más que ningunos otros feroces. De éstos era rey Gezericho ó Genserico, hombre de mediana estatura, y cojo á causa de una caída; pero de comprensión profunda, corto en palabras, enemigo de lujuria, en ira ardiente, habilísimo en buscar alianzas, práctico en sembrar discordias y levantar rencores[1]. Éste, después de devastar varias provincias de las Galias y España, se fijó en la Bética con sus vándalos, la cual tomó entonces el nombre de Andalucía. Desde las costas españolas miraba, sin duda con envidia, aquel conquistador la playa vecina del África, aprendiendo de los romanos ó de su propia sagacidad lo que la Providencia le guardaba en aquella tierra. Á dicha sucedió entonces que el conde Bonifacio, gobernador de la provincia, quejóse de Placidia, que gobernaba el imperio por su hijo Valentiniano, se alzase contra ella y demandase el auxilio de los vánda-
- ↑ Este retrato y la mayor parte de los hechos que siguen están tomados en Jornandes: De Getarum sive Gothorum origine et rebus gestis.