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HISTORIA DE MARRUECOS

dependencia anárquica con que viven en el Mogreb-alacsa las diversas tribus y familias, lo díscolo de su natural y los ciegos impulsos de su ignorancia y barbarie, hacen, á la verdad, difícil que el soberano pueda infundirles una idea común, encaminándolas á un propio objeto, mas no es por eso menos cierto que Muley-Abderrahman supo lograrlo, y que Marruecos obró como un verdadero Estado en las circunstancias de que tratamos; mostrando tanta seguridad y desembarazo en las palabras, y tanta unidad y concierto en los hechos, como cualquier nación europea podía mostrar en tal caso.

Comenzó el sultán por enviar xerifes á las provincias que predicasen la «guerra santa», soliviantando á las tribus guerreras con decirles que era llegado el trance de salir á la defensa del Corán y de los muslimes, aniquilando á los aborrecidos cristianos que habían osado poner el pie en tierra de África. Al propio tiempo sus emisarios en Gibraltar y en Tánger sondeaban las disposiciones de los ingleses, por ver si podían arrastrarlos á alguna demostración contra la Francia. Luego envió un cuerpo de tropas á Ugda, lugar situado en la frontera argelina al mando del alcaide Alí-el-gnaui, para que, juntándose con las que Abd-el-Kader había traído consigo, sirviesen de avanzada al grande ejército que debía reunirse. Alarmados, como era natural, los franceses pidieron explicaciones de aquellos hechos; pero el sultán, lejos de darles satisfacción alguna, reclamó de ellos que abandonasen ciertos territorios del lado de Oran, donde tenían construida una fortaleza. La verdad es que los límites de Argel y de Marruecos no estuvieron nunca bien determinados por aquella