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APUNTES

Pero el pasado escarmiento y las artes de Muley-Abderrahman pudieron tanto en las tribus, que abandonaron bien pronto al impostor; de suerte, que vino á morir en el olvido y en el desprecio su intento. De otras rebeliones hay alguna noticia; pero no parecen bien averiguadas ni seguras. La supresión del cautiverio, y por consiguiente de las misiones españolas, inútiles ya en el interior del imperio; el haber fijado á Tánger como punto de residencia para todos los representantes de Europa; la falta de viajeros y de comercio, han acabado ya, en fin, por cerrar el conocimiento de las cosas interiores de Marruecos á los europeos, de manera que hoy se saben menos y mucho más imperfectamente los sucesos particulares del imperio que en los siglos xvi y xvii, cuando tantos infelices cristianos poblaban las mazmorras africanas, y tantos renegados se abrían camino á los más altos empleos del Mogreb-alacsa. Así, pues, como en otro lugar queda ya indicado, lo que es un bien general para el género humano, se ha hecho causa de ignorancia para esta parte de la historia.

Lo más notable y lo más conocido en el reinado de Muley-Abderrahman son sus contiendas con los europeos. En 1830 tuvo algunos propósitos el sultán de restablecer un tanto la marina marroquí, que era sin duda la base de la importancia política del imperio. Ya tenía puestos á punto de corso algunos buques, con los cuales pensaba acometer primeramente á la bandera napolitana, por hallarse más quejoso que de ninguna otra de esta nación, cuando el rey de las Dos Sicilias, enterado del caso, mandó inmediatamente á vigilarlos una escuadra compuesta de cuatro bajeles de guerra. Emprendiéronse en seguida negociaciones entre el go-