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HISTORIA DE MARRUECOS

nombre de esclavitud, ofreció que, en el caso de un rompimiento inesperado, reputaría á los oficiales, soldados y marineros españoles, cogidos durante la guerra, como prisioneros de ella, canjeándolos sin distinción de personas, clases ni graduaciones; no considerando como tales prisioneros de guerra á los jóvenes que no tuviesen doce años cumplidos, las mujeres de cualquier edad que fueren, ni los ancianos de sesenta años arriba, que desde luego serían puestos en libertad por no poderse temer de ellos ofensa alguna. Llama la atención justamente en este tratado el artículo correspondiente á las plazas del Peñón, Alhucemas y Melilla. El sultán, de acuerdo con el rey de España, declaraba que, al paso que entre los habitantes de Ceuta y los moros fronterizos había corrido la mejor inteligencia, era notorio cuan inquietos y molestos fuesen los que de éstos vivían al frente de las otras tres plazas citadas, que, á pesar de las reiteradas órdenes de su soberano, no habían dejado de hostilizarlas continuamente, por lo cual, y sin perjuicio de adoptar todas las medidas de prudencia y autoridad convenientes, quedaron autorizadas las guarniciones españolas para rechazar los ataques de que eran objeto con cañón y mortero, ya que la experiencia decía que no era bastante el fuego de fusil para escarmentar á aquella gente. Por último, fueron grandes las ventajas económicas pactadas para España en este tratado. Desde Mogador á Tetuán nuestros buques debían pagar derechos de extracción, sobremanera módicos; la Compañía llamada de los Cinco Gremios mayores de Madrid, fué confirmada en el privilegio exclusivo de extraer granos por el puerto de Darbeyda ó Anafe, y los pescadores de las islas Cana-