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APUNTES

del nuevo sultán y de previsión política por parte de nuestro gobierno. Ya en 1794 había arribado á Safi un comisionado español con cuatro misioneros; otros cuatro pasaron á Tánger, y al año siguiente se restablecieron los hospicios de Larache y Mogador,como estaban antes del reinado de Muley-el-Yezid, abandonándose definitivamente los del interior por inútiles, una vez abolido el cautiverio. Todos los competidores de Muley-el-Yezid amaban á los frailes y querían estar bien con España. En el nuevo tratado de 1799 se estipuló por vez primera la seguridad de los misioneros que dependían hasta allí de la tolerancia de los sultanes; ni en 1767 ni en 1780 se hizo de ellas mención alguna.

Estipulóse al propio tiempo, en este último tratado de 1789, que el culto de la religión católica sería libremente permitido á todos los súbditos del rey de España en los dominios marroquíes, y que se podrían celebrar los oficios propios de ella en las casas-hospicios de los misioneros, reconociéndose en cambio á los moros, existentes en España, el derecho de ejercer privadamente, como lo habían practicado hasta entonces, todos los actos propios de su culto. Previóse el caso de nueva guerra entre ambas naciones, y se acordó que aun entonces conservasen sus establecimientos los misioneros en el imperio. Los moros y los españoles adquirieron también por este tratado el derecho de viajar libremente, por España los unos, y los otros por Marruecos, declarando el sultán que caería en su indignación cualquier jefe que no prestase buena acogida á cualquier vasallo de S. M. Católica que transitase ó residiera en sus dominios. Deseando, además, el sultán que se borrase de la memoria de los hombres el odioso