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APUNTES

tan gran desastre; antes, revolviendo sobre Yezid con su ejército, hubo nuevos combates, y en uno de ellos cayó éste mortalmente herido, no habiendo transcurrido sino veintidós meses desde que entró á regir el imperio. Fortuna grande fué para Marruecos; amenazado no solamente de un reinado obscuro y enemigo de los adelantos, sino de una tiranía bestial como la que habían ejercitado muchos de sus bárbaros predecesores. Con su muerte, ocurrida en 1792, el imperio comenzó á disfrutar de una ventaja que aún hoy subsiste en medio del mal gobierno que lo rebaja de día en día, y es de ser humana y dulcemente regido por príncipes blandos y benignos, ya que no inteligentes ó grandes.

Quedó repartido el Mogreb-alacsa, después de muerto el Yezid, en tres gobiernos diversos: Assalem, que era el heredero más próximo del trono, se proclamó sultán de Vazán, donde residía; Muley-Abderrahman permaneció con las mismas pretensiones en Tafilete; y el vencedor Hixem, entrando otra vez en Marruecos, no pensaba menos sino que tenía seguro el imperio, por el cual había guerreado con tanta fortuna. Abdessalem, cuarto hijo de Sidi-Mohammed, que era á quien éste había elegido por mejor para sucederle en el imperio, según queda dicho, fué el más modesto de todos, puesto que se contentó con servir á su hermano Hixem en el gobierno de Tarudante. Disputáronse el trono aquellos diversos pretendientes, alegando cada cual su derecho, aunque sin llegar á las armas durante algún tiempo. Pero, entretanto, de donde menos se esperaba apareció un nuevo pretendiente, el cual, como fuese más activo y más diestro que los otros, los fué sucesivamente venciendo y despojando de los Estados que poseían, hasta