sitiada por las tropas del Dzahebi, y fué obligada á rendirse después de una larga resistencia. Abdemelic pidió luego la paz á su hermano; y todo parecía perdido para los tetuaníes y fezenos, cuando los vicios y las crueldades del sultán promovieron contra él un levantamiento general. La embriaguez era ya el estado favorito del Dzahebi. Dícese que era amable y gracioso cuando estaba ebrio, cuanto cruel y torpe en su estado natural, por lo cual todos los que le trataban le estimulaban á usar de vino y toda clase de bebidas espirituosas[1]. Cuentan, por ejemplo, de su crueldad, que un día mandó arrojar desde lo alto de un terrado á un negro que le había colocado mal el tabaco en su pipa, y que á una de sus mujeres favoritas le mandó arrancar todos los dientes por una leve disputa, y luego dispuso para consolarla que se los arrancasen también al ejecutor de aquel bárbaro castigo. Llegó al colmo el escándalo un día que estando con toda su corte en la mezquita, le interrumpió sus oraciones un gran vómito de vino. Quisieron aconsejarle alguna más moderación las sultanas, pero él las apaleó en recompensa. Los mismos negros se enfriaron mucho con el sultán, y negociaron con sus enemigos. Al fin en 1728, después de un año de reinado, fué depuesto en Mequinez por una junta de los principales alcaides y proclamado Abdemelic en lugar suyo. Un hijo de éste, que se hallaba en Mequinez, tuvo á su cargo el gobierno hasta que llegó su padre. Abdemelic habría querido comenzar su reinado sacando los ojos á su hermano; pero los doctores muslimes le hicieron presente que no le habían desposeído por criminal,
- ↑ Véase Braitwait, antes citado.