con los príncipes cristianos, y tuvo contra ellos alguna fortuna. En 1684, cuando menos lo pensaba, recobró á Tánger. Había sido muy murmurado en Inglaterra que mientras abandonaba á Dunquerque el rey Carlos II, gastase grandes sumas en Tánger, que tras de no tener recuerdos gloriosos para aquella nación, les ocasionaba una guerra constante con tribus bárbaras, y consumía en su clima, malsano para los ingleses, gran parte de las guarniciones que allí se mandaban. Llegaron á tanto las censuras, que pocos meses antes de morir Carlos II, mandó al conde Darmontt al puerto de Tánger con algunas naves, y embarcándose en ellas dos regimientos de infantes y uno de caballos que allí había, y destruyéndose las obras comenzadas, fué al fin la ciudad abandonada. El último gobernador que tuvieron los ingleses en Tánger, fué el famoso coronel Percy Kirke, que maltrató á los habitantes de aquella ciudad, judíos ó cristianos, con rapacidades y violencias inauditas; y de vuelta á Inglaterra, se hizo temible durante la revolución y las disensiones civiles que se siguieron, mandando los aguerridos y feroces soldados que había formado el continuo ejercicio de África[1]. Francisco Brandano atribuye el abandono de aquella plaza tan importante sobre el Estrecho á que los ingleses no hallaron en ella «más tráfico que el de sangre, ni otra cosa que adquirir que heridas». Lo cierto es que Muley Ismael la recobró, y que no mucho después las plazas españolas de Larache y la Mamora cayeron también sin gran dificultad en sus manos. Perdióse en 1669 la plaza de San Antonio de Allarache, después de un sitio de
- ↑ Macaulay, The Hisiory of England.