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APUNTES

hija, á la cual se dio en dote la plaza de Tánger[1]. Ajustóse en 1662 el tratado. Precisamente por entonces estaban muy desanimados los portugueses que guarnecían á Tánger, porque en varias salidas habían sido maltratados por los moros, y especialmente en una que, aprovechando la guerra civil en que estaban, hizo el adalid de la plaza, siendo gobernador de ésta el conde de Avintes. Internóse en los bosques y las montañas á alguna distancia de Tánger el adalid, y aunque era cierto que los más de los moros estaban ocupados en sus discordias, todavía hubo de ellos bastante número para caer sobre él y cortarle la retirada. Fué preciso abrir paso á viva fuerza, y el adalid logró que el grueso de su gente se salvase, quedando él gloriosamente en el campo y cincuenta de sus caballeros. Las lágrimas que este suceso ocasionó en la ciudad se juntaron á las que excitó en sus moradores la orden de entregarla á los ingleses, que fué para casi todos ellos la de abandonar sus hogares. Díjose por entonces en España que la rota de los caballeros tangerinos había sido preparada por el gobernador Avintes y la reina doña Luisa, á fin de que ellos no resistiesen la entrega de la plaza; pero no hay bastante fundamento para autorizar tan negra sospecha. Más cierto parece que Felipe IV procurase ganar, como se pretende, al conde de Avintes, para que, en lugar de entregar la ciudad á los herejes, la devolviese á sus antiguos señores los reyes de España. Lo cierto es que los ingleses ocuparon á Tánger, y que gastaron grandes sumas en su puerto y sus fortalezas, como si hubiesen de conservarlo para siempre. Pelea-

  1. Véase Memorias de la sucesión de Portugal.