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APUNTES

con lo cual huyó él á Sus, y la ciudad abrió sus puertas.

No abusó Abdallah esta vez de la victoria, y se mantuvo en Marruecos en paz hasta que apareció un Morabito, nieto de una hermana del Moluco y del magnánimo Muley Ahmeh, y del mismo nombre que éste, el cual, saliendo de la sierra donde vivía en penitencia, comenzó á predicar contra los xerifes y á exhortar á las cabilas y aduares á no pagar los crecidos tributos que por causa de la continua guerra pesaban sobre ellos. Fué contra los sublevados, de orden de Abdallah, un alcaide, llamado Ali-Gutiérrez, el cual los venció en muchos encuentros; pero reforzándose sin cesar los alarbes, derrotaron al fin á algunos caudillos de los de Fez, y éstos, cargados de riquezas y atemorizados por la antipatía que inspiraban en todo el país, comenzaron á volverse á su tierra, dejando desamparado á su príncipe. Quedaron sólo con Abdallah los moriscos andaluces, los renegados, y su madre, hermanos y mujeres, y con esta comitiva emprendió de nuevo pesaroso el camino de Fez. La ciudad de Marruecos abrió al punto sus puertas al morabito Muley Ahmeh, el cual reinó en ella tres meses, hasta que Muley Cidan, que estaba refugiado en Jarudante, vino sobre él, lo derrotó y ocupó de nuevo su trono. En el ínterin Abú-Fers, cansado de errar solo por las montañas del Sus, se presentó de improviso en Larache, donde se hallaba Muley-Xeque, su hermano, y le prestó homenaje. Recibió el Xeque á su mal hermano con la humanidad que solía; y aprestando por aquel tiempo un nuevo ejército, lo envió con su hijo Abdallah contra Cidan y Marruecos. Esta vez volvió la espalda la fortuna al siempre victorioso mancebo, que