ministro, llamado Mustafá, andaba pervirtiendo á su hijo primogénito Muley-Xeque, príncipe algo vicioso y poco inclinado á las cosas públicas, por lo cual se dejaba llevar fácilmente de la voluntad ajena. Conoció el sagaz monarca que convenía al reposo de sus Estados deshacerse de aquel ministro mal intencionado, y envió á Fez dos alcaides de su confianza, uno de ellos el de los moriscos andaluces, para apoderarse de su persona. Entonces Muley-Xeque, despechado, lo mandó decapitar en su presencia, y envió en rehenes al rey su padre, para que no desconfiase de su conducta, á su madre Lela Zora y á sus propios hijos. Pero el padre, no contento con eso, le llamó á Marruecos; y él, dándole aparentes excusas, se previno de gente y otras cosas necesarias para la guerra. Muley Ahmed, al saber esto, se puso en camino para Fez en compañía de Muley Cidan, dando en el ínterin á Abú-Fers el gobierno de Marruecos. Salió á las puertas de Fez Muley-Xeque con banderas desplegadas para resistir á su padre; pero al divisar los escuadrones de éste, se puso en vergonzosa fuga, encerrándose con pocos soldados en una devota ermita, no muy lejana. Allí le alcanzó uno de los alcaides de confianza de Ahmed, y á viva fuerza lo prendió y lo remitió con una leve herida á su padre. Este, indignado por lo pronto, aunque humano, lo mandó encerrar en un baño de Mequinez, donde estuvo preso diez meses, bajo la custodia de trescientos moriscos andaluces y un alcaide de la misma nación. Era muy humano Muley Ahmed, y viendo que había habido exageración en lo que de sus propósitos se le dijo, ó llevado de su cariño, que es lo más cierto, envió por él al cabo, y le perdonó, diciendo delante de su corte y de su ejército
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HISTORIA DE MARRUECOS