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puede decirse, los caudolosos veneros de preciosos minerales que encierran las Cordilleras del centro y de los estremos de nuestro vasto territorio, y las ventajas que reportaría una numerosa emigración agrícola, estableciéndose en los llanos fértiles y estensos que riegan nuestros ríos caudalosos bajo el clima hospitalario de una zona templada.

Las garantías que en favor de la civilización y riqueza del país acababan de obtener los súbditos británicos por los tratadas que son el punto de partida del jeneroso derecho público que nos rije, fueron el natural apoyo de la confianza con que se arriesgaron fuertes capitales europeos á trasladarse á rejiones lejanas pero que tanto prometen á la industria y al trabajo intelijente bajo la custodia de las leyes sabias. El crédito, elemento moral de los gobiernos, obró su preciosa consecuencia, convirtiéndose en valores positivos. Si los frutos posteriores no correspondieron á las esperanzas concebidas en vista del movimiento favorable de la opinión exterior hacia nosotros, no fué culpa de quienes excitaron ese movimiento con tanto acierto como con medios tan lejitimos; culpa fué de la mala estrella que guió por tantos años nuestros destinos.

Siempre que busquemos con verdad el camino de nuestro engrandecimiento, le hemos de hallar por el rumbo trazado por la escuela económica y administrativa