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sublevadas se amanzarán gradualmente y servirán también bajo el imperio de instituciones saludables."

La ley de reforma eclesiástica dictada en 21 de Diciembre de 1822, fué pretesto para que los mal avenidos, los aspirantes y los adoradores del statu quo, formasen una especie de coalición en nombre de la creencia de nuestros mayores, haciendo entender al vulgo que se atacaban sus dogmas venerandos y el lustre de su culto. Los principios relijiosos del primer ministro fueron puestos en duda, y la calumnia declaró ateo a quien había contribuido para que el seminario conciliar, mal organizado y pobre en rentas, fuese levantado á la categoría de colegio nacional de estudios eclesiásticos; á quien se proponía dignificar el sacerdocio para que fuese capaz de desempeñar la alta misión docente que el gobierno se disponía é confiarle. El Sr. Rivadavia quiso dar al clero de Buenos Aires, en aquella época, una prerogativa que el clero francés aún no ha podido conquistar del todo a pesar de su ciencia y acreditada moralidad —la de participar libremente en la educación y en la civilización del pueblo. Estas intenciones fueron manifestadas con palabras terminantes y con actos notorios. La sede en aquella época estaba vacante. El ardor de la revolución y la lucha intestina habían dado sus frutos hasta en el