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que no eran de naturaleza para manifestarse á las cancillerías de Fernando VII. Cuando el ministro preguntó al diputado que si las tenia, contestóle éste que ni la llevaba ni las había pedido á sus comitentes, dando por razón, que habiendo en la Junta de Buenos Aires algunas cabezas exaltadas le había parecido preferible no llevar instrucciones á llevarlas tales que pudiese irritar el ánimo de S. M.

El Sr. Rivadavia deseando obtener algo de importancia para la causa de su país, á pesar del mal sezgo que tomaba la negociación invocó por medio del director de la compañía de Filipinas D. Juan Manuel de Gondasegui, no sabemos que capitulo de sus instrucciones.

Esta contradicción, entre no tener guía escrita de su conducta y apelar á ella al mismo tiempo, aumentó las sospechas del ministro contra la buena fé con que obraba el diputado, y dictóle los siguientes párrafos de un oficio fecha 21 de Junio que creemos deber consignar al pié de la letra. Dicen así: "Las sospechas crecieron con la noticia de que los corsarios de Buenos Aires se habían apostado á las cercanías de Cádiz para hostilizar nuestro comercio; y esta noticia unida al retardo de la venida de V. dieron á las sospechas un grado de evidencia de que los designios de Buenos Aires no eran otros que los de ganar tiempo y adormedecer las