oponerse á la realización de este hecho. La España tenia de su parte á todos los gobiernos absolutos del viejo mundo, y acababa de despertar las simpatías de la Inglaterra, aliada suya en la heroica resistencia contra la invasión de los franceses. Los peligros que de esta situación podían resultar para la revolución americana se presentaron de bulto con la vuelta de Fernando VII al trono de sus mayores. Casi al mismo tiempo que llegaba á Buenos Aires la noticia de este suceso y de la caída de Napoleón, llegaron avisos fidedignos de la espedicion poderosa que el gobierno español preparaba para avasallar al Río de la Plata. Espedicion para la cual no contaba únicamente con sus recursos propios, sino también con el buen éxito de las negociaciones entabladas para sacar auxilios de provisiones y de fuerzas de los puertos del vasto litoral brasilero, sujeto á las influencias de la casa de Braganza. Esta influencia podía estenderse á toda la costa oriental del Río de la Plata, que en 1817 fué ocupada realmente por los portugueses so pretesto de sofocar la anarquía.
La política del Ministerio británico añadía nuevas dificultades á la marcha de la independencia. Cuando los borbones de la Península se restablecieron de las usurpaciones del Corso, Lord Stranffordt exijia mas bien que aconsejaba en nombre