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aqui escondí tus huesos [la luna que me aclara lo atestigüe] desde esa noche en que juré tu venganza, no he descansado un solo día. De esta tierra bañada con tu llanto, tierra de esclavitud que alimenta la codicia de un magnate, vengo á rescatar tu cuerpo ... te prepararé otro descanso en aquel monte que mira al mar, que tomará tu nombre para eterna memoria y en donde el paso del bárbaro extranjero no haga estremecer tus cenizas. Pero, antes que mis hombres te alejen de este lugar daré castigo al cruel que incauto duerme en estas cercanías....

Efectivamente: eran aquellos los campos que la invasión habia convertido en propiedad de Blas Cubas, á quien Aimbire debia sus martirios y los de su padre. El mismo habia sido el matador de su primera esposa, y de su hija primojénita. El Tamoyo, ayudado de su amigo incendia los plantíos y embaraza las salidas de la habitación del cristiano con pesados trozos de piedra. El incendio y el humo crecen, arden ya los techos. Aimbire como el cazador que espia la fiera, acecha por la ventana que al fin se abre. El bulto de un liombre despavorido se lanza por ella pálido como un fantasma que se despoja del sudario y huye. Aimbire le reconoce y le dá caza como un demonio