- Adonde alzaste fugitivo el vuelo,
- Robándote al mortal infortunado,
- Virtud, hija del cielo?....
Pero en nuestro concepto las estrofas regulares con que celebró la elocuencia del orador sagrado son de un mérito mayor y mas orijinales que los anteriores silvas. El asunto también, como menos trillado, liberta al autor de la rémora de las reminiscencias y de los modelos y le obliga á buscar un cauce propio para dar salida á los sentimientos en que reboza. Qué natural y digna introducción!:
- Era la hora: el coro majestuoso
- Dió á la endecha una tregua; y el silencio,
- Antiguo amigo de la tumba triste,
- Sucedió á la harmonia amarga y dulce....
Pinta en seguida la urna solitaria presidiendo la augusta escena, y supone que todas las virtudes que andaban en torno de aquella, levantando al cielo, llanto, esperanzas y amores, volaron á posarse en los labios del sacerdote elocuente; y los hombres se dolieron de ser hombres al escuchar sus acentos. Los suspiros del pueblo llegan por una senda muda y misteriosa hasta el orador, y avara el alma, recoje sus palabras cual si fuesen reliquias del héroe que elojia... Esta oda es una joya de nuestra literatura.