inversa manera al leer los versos de la Partida saumados con el aroma de una melancolía grave y de un patriotismo intenso. Imposible es repetir sin conmoverse aquel final de todos las estrofas,
- Adiós, Buenos Aires, amigos, adiós,
cuando se sabe que aquella despedida será eterna dentro de poco tiempo.
Las ideas mas poéticas están encerradas en este cuadro limitado. Grandeza de Dios y de la Creación; pequeñez fugaz de la criatura, presentimientos de gloria y de muerte; profecías de una libertad próxima, imprecaciones contra los tiranos inícuos. Todo esto, naturalmente traído y bien dicho, forman entre luces vivas y sombras profundas un cuadro que deja al que le medite una impresión duradera.
Antes de escribir estos adioses había dirijido una composición notable a su condiscipulo el Sr. D. Victor Silva, al ordenarse este de Sacerdote, en la cual le describe con severidad y seso las obligaciones que imponen el estado á que iba á consagrarse.
El comienzo de esta composición es muy feliz:
- Humilla al polvo la elevada frente
- Y á Dios entona, ó Victor, alabanza,
- Qué él te estendió su mano omnipotente,
- Y con paterno anhelo
- Alzarle quiso á celestial bonanza....