altar antes de tiempo, recibiendo á la edad de 22 años las órdenes de sacerdote de manos del Señor San Alberto, obispo de Córdoba.
El Padre Rodríguez, ante todo, fué un sacerdote de la creencia y de la doctrina católica. Orar, asistir al confesonario, endulzar con las esperanzas de mejor vida los últimos instantes de los enfermos, fueron sus principales ocupaciones. Fué director, durante veinte años, de la conciencia de las monjas de Santa Catalina y Santa Clara, y por cinco de aquellos años, "cargó sobre sus hombros todo el peso de la Santa Casa de Ejercicios," que supone la tarea de pláticas espirituales diarias, la asidua contracción al confesonario, y la atención molesta á las consultas personales sobre intereses de la conciencia ó del mundo. Para el desempeño de estas dos ocupaciones tenia que caminar diariamente la larga distancia que media entre el monasterio de Santa Catalina y la Casa de Ejercicios, puntos distantes entre si mas de media legua.
El descanso del P. Rodríguez era el estudio de la ciencia y de las bellas letras. — Tanto en el convento grande de Buenos Aires como en la Universidad de Córdoba, dictó filosofía, teología y escritura, introduciendo en esta enseñanza métodos más adelantados y principios más exactos que aquellos en que se habían educado. "Es verdad, dice el elocuente