Miralla vivía en la atmósfera de esas mismas jenerosas ideas. —«A pesar de haber sido el principal é inalterable anhelo de su alma el volver al círculo de sus amigos y paisanos y al grato calor de sus hogares,» como lo decía á su antiguo maestro en Julio de 1822, el destino le detenía en la Habana en donde por aquel tiempo era vecino comerciante y propietario acaudalado.
El restablecimiento de la constitución en Cádiz permitió á los amigos de la independencia americana residentes en la principal de las islas Antillas, mayor libertad para sus proyectos y trabajos Existía en la Habana una asociación secreta relacionada con otras de la misma especie en Caracas, cuyo objeto era ganar prosélitos y difundir ideas a favor de la gran causa de nuestro continente.
En esos trabajos tomó Miralla una parte activa, y aprovechando de la libertad de imprenta que el movimiento revolucionario de Riego y Quiroga había devuelto á los súbditos españoles, se asoció á Fernández Madrid para escribir en el sentido de la independencia y de la democracia.
En 1821 fundaron ambos en la misma Habana un periódico titulado el Argos, para influir en la política del continente y en especial en la de los habitantes de Méjico, en donde acababa de dar Iturbide el grito de independencia, (24 de febrero de