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ESCENA CUARTA

{{c|Elena, Smirnov y Lucas.

Elena. (Entra con dos pistolas.)—^Aquí están las pistolas... Pero antes de batirnos, haga usted el favor de enseñarme a usarlas. No he tenido nunca una pistola en la mano.

Lucas.—¡Dios mío! ¡Virgen Santa! ¡Van a matarse de verdad! Corro a buscar al jardinero y al cochero... (Sale.)

Smirnov. (Examina las pistolas.)—Mire usted, señora... hay varias clases de pistolas. Las hay especiales para duelos..., de triple extracción, con un extractor, ¡magníficas! Lo menos cuestan veinte rublos... La pistola hay que cogerla así... (Aparte.) Qué ojos! ¡Dios mío, qué ojos! Tan de fuego es la condenada, que puede provocar un incendio...

Elena.—¿Así? (Coge la pistola.)

Smirnov.—Sí, eso es... Después se hace así..., más estirado el brazo... Apunta usted..., aprieta luego con el dedo esta piececita... y se acabó. Eche usted un poco hacia atrás la cabeza... Así... Sobre todo, tenga usted calma, no se ponga nerviosa, no se precipite... Apúnteme al pecho... ¡Ah, se me olvidaba que quería usted alojarme la bala en la cabeza!... Bueno, apúnteme usted a la cabeza... un poco más abajo... así...

Elena.—Bueno, ya sé. Pero no vamos a batirnos aquí. Vamos al jardín.

Smirnov.—Vamos; pero le advierto a usted que yo tiraré al aire.