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—¡No te sabes el papel!—le silbó colérico Fenoguenov—. ¡Escucha al apuntador!
Terminada la función, el empresario y Fenoguenov sentáronse en la caja y se pusieron a charlar.
—¡Tu mujer no se sabe los papeles!—se lamentó Limonadov.
Fenoguenov suspiró y su mal humor subió de punto.
Al día siguiente, Macha, en una tiendecita de junto al teatro, le escribía a su padre:
"¡Papá, me pega! ¡Perdónanos! Mándanos dinero."