Página:Anton Chejov - Historia de mi vida - Los campesinos.djvu/44

Esta página ha sido corregida
39

Cheprakov era de constitución débil; tenía el pecho angosto, la espalda encorvada, las piernas largas. Vestía con un gran descuido. Llevaba la sucia y estrecha corbata mal anudada; no usaba chaleco; sus botas sobrepujaban en vejez a las mías. Sus movimientos eran bruscos, nerviosos: se estremecía a cada instante como si siempre se encontrase bajo el imperio del miedo. Hablaba de un modo incoherente y se interrumpía con frecuencia.

—Oye... ¿Qué iba yo a decirte?... No me acuerdo...

Despaciosamente me puso en autos de todo lo relativo a Dubechnia. Me contó que la finca donde me hallaba a la sazón pertenecía a sus padres, y que el otoño anterior había sido adquirida por el ingeniero Dolchikov, el cual opinaba que era mucho más ventajoso poseer tierras que guardar el dinero en el Banco, y había ya comprado en nuestra región tres grandes fincas. La madre de Cheprakov—su padre había muerto hacía mucho tiempo—no había consentido en vender Dubechnia sino con la condición de poder habitar durante dos años después de la venta en uno de los pabellones. Además, Dolchikov le había dado una colocación a mi amigo en la oficina.

—Ha hecho un magnífico negocio comprando Dubechnia—dijo Cheprakov—. Es un cuco. Sabe sacar provecho de todo.

Luego me llevó a su pabellón a almorzar.

—Vivirás conmigo en mi pabellón—decidió de