Página:Anton Chejov - Historia de mi vida - Los campesinos.djvu/428

Esta página ha sido corregida
41
VII

Llegó el "jefe". Se llamaba así al comisario de policía. Se sabía desde hacía una semana cuándo y por qué vendría. Aunque en Jukov sólo había cuarenta casas, los atrasos en la contribución fiscal y territorial pasaban de dos mil rublos. El comisario se apeó del coche en el mesón, tomó dos tazas de te y se fué, a pie, a casa del baile, ante la cual un compacto grupo de contribuyentes morosos esperaba ya. El baile Antip Sedelnikov, a pesar de su juventud—tenía poco más de treinta años—y de que era pobre y no pagaba regularmente los impuestos, se distinguía por su severidad y se ponía siempre de parte de las autoridades. El ser baile le divertía, y la conciencia de su autoridad, que, como queda dicho, él hacía sentir, no le disgustaba. Se le temía y obedecía en las asambleas; a veces, detenía a algún borracho en las proximidades del mesón, atábale codo con codo y le metía en la cárcel. Un día detuvo a la vieja por renegar en la asamblea, a la que había acudido en substitución de su marido, y la tuvo presa veinticuatro horas.

Aunque nunca había vivido en la ciudad y no leía libros, usaba en la conversación palabras extraordinarias, y la gente, sin entenderle siempre, tenía de él un alto concepto.

Cuando Osip entró en casa del baile, con su libreta, el comisario, anciano de largas patillas