Página:Anton Chejov - Historia de mi vida - Los campesinos.djvu/346

Esta página ha sido corregida

había sido hasta entonces completamente libre; no había tenido que dar cuenta a nadie de su conducta, y ahora aquel extraño, llegado no se sabía de dónde, tenia derecho a intervenir en sus acciones y a quedarse con su dinero... ¡Hay cosas extrañas en el mundo!

Sintió una gran lástima de Pelageya, aquella victima de la injusticia humana. Cogiendo del aparador la manzana más grande, se deslizó hasta la cocina, puso la manzana en la mano de Pelageya, y echó a correr, conmovidísimo.