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UN CONFLICTO


Una tarde de domingo. El terrateniente Kamichov está sentado a la mesa, servida con esplendidez. A su lado se encuentra el señor Champun, un anciano francés muy limpio y muy bien afeitado. Están almorzando.

Champun ha sido en otro tiempo ayo de los hijos de Kamichov, a quienes enseñaba las buenas maneras, la buena pronunciación francesa y el baile.

Cuando los niños se hicieron hombres y entraron como oficiales en el Ejército, Champun quedó en la casa casi exclusivamente para hacer compañía al amo.

Sus deberes no son muy complicados: debe vestirse come il faut, ir muy perfumado, escuchar la charla de Kamichov, comer, beber y dormir; por todo lo cual está alojado y mantenido, y hasta cobra dinero, a veces, en cantidad que depende de la buena voluntad del amo.

Kamichov come y, según su costumbre, charla.

—¡Dios mío!—exclama—¡Qué mostaza! Es tan fuerte que me quema la lengua. La mostaza france-