Página:Anton Chejov - Historia de mi vida - Los campesinos.djvu/149

Esta página ha sido corregida

144

logra escaparse del a jaula y se limpia las alas para echar a volar. Llevaba el cabello partido en dos bandas, que le tapaban las orejas. La expresión de su rostro era provocativa, como la de quien se apresta a la lucha. Se diría que estaba dispuesta a desafiar al mundo entero. Había en ella en aquel momento una energía salvaje que hacía pensar en sus ascendientes los cocheros.

—¿También tú estás aquí?—me preguntó, tendiéndome la mano—. ¿Me has oído cantar? ¿Qué te parece mi voz?

Y sin esperar mi respuesta, añadió:

—Has venido muy a tiempo. Esta noche me voy a Petersburgo, donde pasaré una temporada. ¿Me lo permites?

***

A media noche la acompañe a la estación.

Me abrazó tiernamente. Sin duda me agradecía mucho que no le hiciese preguntas inútiles y acaso molestas. Me prometió escribirme.

No pronuncié una sola palabra. Estreché entre las mías sus diminutas manos y se las cubrí de besos. Me costó gran trabajo contener las lágrimas.

Cuando partió el tren llevándosela lejos de mi, permanecí largo rato mirando sus luces alejarse, y murmuré:

—¡Querida Macha! ¡Mi bella, mi espléndida Macha!