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Yo casi no prestaba atención a lo que decía. Sólo pensaba en el secreto que acababa de descubrir. ¡Me parecía tan extraño que mi hermana Cleopatra estuviera enamorada, que abrazase a aquel hombre que algún tiempo antes le era indiferente, y le mirase a los ojos llena de ternura!... ¡Mi hermana, un ser tímido, indolente, sin voluntad y sin valor, amaba a un hombre casado y con hijos!

Mi corazón se llenó de tristeza. Presentía que aquel amor no haría feliz a mi hermana.


XV


La edificación de la escuela terminó. Yo y Macha nos encaminamos a Kurilovka para asistir a la inauguración.

—Ha llegado el otoño—decía Macha tristemente, mirando el paisaje—. El verano ha pasado. Ya no hay pájaros... Casi todos los árboles están sin hoja...

Sí, el verano había pasado. Los días eran aún claros, soleados; pero por la mañana hacía frío; los pastores se ponían ya ropa de abrigo para ir a los prados con los rebaños. Sobre las flores de nuestro jardín temblaba todo el día el rocío. Se oían los ruidos del otoño: el viento, agitando los postigos y el ramaje de la arboleda, los cantos de los pájaros prestos a emigrar.

Me encanta el otoño: en esa época del año siento un deseo más intenso de vivir.