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—¿Cómo que se acabó?—preguntó Macha.

—No tengo nada que hacer en la aldea. No quiero volver a verla. Soy libre como un pájaro y nadie puede obligarme a vivir entre esos cochinos. Es verdad que tengo una mujer y se pretende que mi deber es vivir en su compañía; pero yo no reconozco esa obligación: no me he vendido a mi mujer...

—Diga usted, Stepan, ¿se casó usted enamorado?—siguió preguntando Macha.

—No hay amor en el campo—contestó sonriendo Stepan—. Yo me he casado dos veces. No soy de Kurilovka, sino de la aldea de Zalegochi. Allí la vida era tan estúpida y tan sucia como aquí, como en todas partes. Eramos cinco hermanos; mis hermanos estaban casados y todos vivían juntos. La casa estaba llena de mujeres, de niños. Yo quise recibir mi parte de tierra y vivir separadamente, pero mi padre no lo consintió. Entonces dejé la casa y me casé en una aldea vecina. Mi primera mujer murió joven.

—¿De qué?

—De tontería. Se pasaba la vida llorando y siempre estaba tomando drogas para embellecerse. Eso seguramente la puso gravemente enferma y la mató... Mi segunda mujer es de Kurilovka. No vale un comino... Una campesina ordinaria... En el primer momento me gustó: era guapa, limpia, modesta. Lo que me gustó sobre todo fué la limpieza de su casa, una cosa rara en la aldea, Pero no era más que apariencia: al día siguiente