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AGUSTINA ANDRADE
Dos aves que a un tiempo cantan, dos arroyos que murmuran,
¡eso son nuestras dos almas,
que eterna dicha se auguran!
LAGRIMA
Del Uruguay a la orilla en una noche de estío, una rosada azucena ví bordada de rocío.
Que ruborosa inclinaba su cáliz hacia otra flor, para dejarle una gota de rocío temblador.
Ya la flor que había quemado con su ardiente rayo el sol,
la halló alegre y sonriente
el vespertino arrebol.
Asi en las almas que lloran, tan tristes como esa flor, suele descender un día
una lágrima de amor.
Y como despierta el ave cuando ruge el aquilón,
despierta el alma dormida temblando de inspiración.
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