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MARÍA ALIAGA RUEDA

LA SOÑADA VENTURA

Voy a hablaros de cosas misteriosas y graves: (muchas veces ha muerto sin brotar una flor), escuchad bondadosos, voy a deciros cómo hubiera sido el hijo de su amor y mi amor.

Una estrella tendría sobre la tersa frente

y en las verdes pupilas tal suave resplandor.

que todas las mujeres al mirarlo dirían:

“¡oh, si un niño como este me mandara el Señor!"

Hijo de una violeta besada por un roble,

hijo de una paloma enlazada por un león, en sus brazos tendría la fuerza vencedora

y un mundo de ternuras dentro del corazón.

Fuerza y dulzura unidas. Él vencería a todos, a los hombres y bestias, a los vientos y al mar; pero al ver un inválido o un pajarito herido, como una criatura se pondría a llorar.

Su juventud radiosa paseando por el mundo, el portador sería de la felicidad.

“¡Oh, carne milagrosa!”, dirían las doncellas núbiles y sedientas, y dirían verdad.

Y ya hombre sería domador de leones

o conductor de pueblos, y el eco de su voz resonaría en todos los corazones

como un himno de triunfo, como un viento de Dios.

¡La soñada ventura que no pudo ser mía, en otro mundo nuevo la sabré merecer; el alma compañera me espera en otra vida, y allí será el brotar y será el florecer!