AMALIA ALCOBA MARTÍNEZ
y marchó al camposanto y fué el milagro que a todos asombrara...
Mi alma era Bethania bajo un anochecer que se alargaba...
En ella había dos mujeres tristes: la lusión, la Confianza,
que lloraban la muerte de un hermano, un buen amor que las acompañaba.
Mas, también a las calles de mi alma llegó un romero de palabra clara...
Y después del sepelio doloroso y de la última lágrima,
prodújose, de nuevo, ese milagro que a todos asombrara,
SEÑORA DISCRECION...
Señora Discreción: Ante la pira donde se queman los mejores sueños, confieso que tú exiges la mentira
y matas los anhelos más risueños.
Cuántas cosas amables, que delira el alma en los momentos halagiieños, se malogran, si siente que la mira
el iris de tus ojos zahareños.
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