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44 ANTOLOGÍA DE LA POESÍA FEMENINA ARGENTINA

Un olvido, la lucha; el amor, una duda; Y la vida en conjunto, una mentira muda.

Y si me hubieran dicho: mañana acaba el mundo, Encogidos los hombros, con un desdén profundo

Haubiese respondido: Sí, que mañana mismo El mundo pueda hundirse en el más negro abismo!

Y aquel a quien amara con el más dulce ensueño De su vida no quede ni la traza de un sueño.

¡Ah! Yo la mujer grande en cuya alma El cielo se mecía con la más dulce calma;

Yo que vivía en la gracia y la sabiduría, Yo que soñé un instante la sublime armonía

Del cielo y de la tierra; yo que sentí en mí misma La azul magnificencia en que el cielo se abisma;

Yo que viví la angustia de amar profundamente Como nadie en el mundo, de amar divinamente.

Yo ambulo por la vida como todos los seres, Y siento la congoja de todas las mujeres.

Me embarga y alucina la figura del hombre Y a veces me estremezco de un deseo sin nombre.

Mas si me preguntárais por qué este desvarío, Esta inquietud sin tregua del desconcierto mío;

No sabría deciros, por qué, cómo, la causa, Sólo repetiría con muy marcada pausa:

Que anoche me he dormido con una gran angustia, Con los ojos lorosos, y con el alma mustia.