CÁNDIDA SANTAMARÍA
Florida mañana
de Abril; perfumado
el camino, brillante;
y cruza en mi angustia la sierra, como una verdad humillante.
¡SEÑOR!
(A una madre que se fué).
¡Señor! que das la muerte y das la vida Señor de la indulgencia y la bondad,
haz que la parca cruel que nos envías nos encuentre en olor de santidad.
Y que las madres que sus hijos dejan en un inconsolable, eterno afán, puedan, desde tu lado, protegerles, dándoles el calor que otros no dan.
Yo, con toda la fe que Tú me inspiras no aprendí todavía a resignar;
y contemplando a un hijo de rodillas no sé sino llorar y más llorar.
Si es una imprecación la rebeldía,
si es profanarte condenar la Muerte, ten, para los que quedan en la vida
misericordia Tú, que eres más fuerte.
Y así las cosas nos serán más bellas; no enfermará de angustia el corazón, y veremos llegar el final día
plenos de paz, de amor y de perdón.
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