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ISOLINA SÁENZ DE CENTENO

Yo quisiera vagar por los cielos, tronar en los aires, volando doquier; ¡y quisiera correr ese velo que cubre el misterio del ser y no ser!

¡yo quisiera llegar a lo eterno mirar sus confines y allí meditar; ¡yo quisiera llegar a lo eterno

y el vuelo sereno allí desplegar!

Quisiera en fin, vivir en lo etéreo, disuelta mi alma allí pernoctar; formando del orbe un diáfano manto morar en los cielos, ¡la gloria alcanzar!

Yo quisiera calmar esta ansia que arde en mi pecho cual fuego tenaz; y quisiera curar los dolores

que a mil almas afligen, sedientas de paz.

¡Yo quisiera, Dios mío, en mi pecho llevar un santuario, alzar un altar! ¡Y la imagen que vive en mi mente, rindiéndole culto, poder adorar!

Yo quisiera formar en la vida un lazo eterno de eterno ideal; en unión de los seres que sufren, vivir compartiendo el bien con el mal.

Y quisiera también en la vida, beber siempre dulce la copa de hiel, compartiendo el dolor del caído, con amor supremo calmarlo yo a él,

¡Mas no basta querer y sentirse capaz de todo esto y de mucho amar! Como no basta llevar dos alas

«cuando el aire falta ¡ay! para volar.

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