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396 —ANTOLOGÍA DE LA POESÍA FEMENINA ARGENTINA

Van tristes los bueyes con paciencia heroica por la abovedada calle paranaense;

al verlos, en su mansedumbre estoica semejan resignadas bestias circenses.

Al yugo implacable uncidos fuertemente (yo no sé en esto que les veo de humanos) van los mansos bueyes resignadamente. Las cabezas juntas como dos hermanos.

Por la calle larga que muere en el río, van los pobres bueyes tirando la carreta; por la calle larga, noblemente sombríos, dos patas en la calle y dos en la cuneta.

EL SOLTERON

Es célibe obstinado... ¿Casarse?... ¡La peor cosa! Según él, si lo hiciera sería un pobre hombre. Jamás mujer alguna llevaría su nombre,

nunca a mujer alguna llamaría su esposa.

Porque dentro de su alma de célibe egoísta jamás se adormeció un sentimiento hondo; aventuras de un día, mujer del bajo fondo

y una que otra muchacha de muy fácil conquista.

No todo ha de ser hielo... Ayer lo vi sentado en la playa vecina. El cuerpo adelantado hacia un precioso niño de ojazos muy azules...

¿Qué fué que a mi mirada la envolvió como en tules? Con inmensa ternura lo sentó en sus rodillas y vi que le besaba con amor las mejillas.