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378 ANTOLOGÍA DE LA POESÍA FEMENINA ARGENTINA

Tú escucharás mi voz desconocida

desde quién sabe qué rincón etéreo; ahora que te has marchado para siempre ¿dónde andará tu espíritu andariego? ¿Estarás en la cresta de una nube

que en un beso de agua llega al suelo, vagarás en la plata de la luna

para enjoyar piadosa algún ensueño, cabalgarás la flecha de algún rayo iluminando nuestro andar incierto,

o serás por ventura estrella errante

que va buscando un mirador sidéreo?

Es que no puedo imaginarte inmóvil,

no me fué dado ver tu rostro yerto anochecido el sol de la mirada,

las manos, cruz de lirios, sobre el pecho. ¡Y cómo te acechaba la Siniestra! Tenías un fatal presentimiento;

a veces, por la malla de un poema

te iba un suspiro, pajarillo enfermo. ¿Quién sabe si a estas horas no eres pájaro y te vienes al filo de algún viento

a poner en la copa de algún árbol rumor, brisa, susurro, canto, vuelo?... Quizá estés en la carne de las rosas transubstanciada toda el alma en pétalos, o en el perfume vivo de los nardos,

o en el aroma pío del incienso,

o en la espuma impalpable de la escarcha, o en la tibieza familiar del fuego.

¿O serás eco de un cantar lejano

que estremece en las noches el silencio, cuando murmuran su oración los astros

y la vida se esfuma en el misterio? Ahora que te has marchado para siempre las manos, cruz de lirios, sobre el pecho, tu memoria es un pájaro de oro jugueteando-en la jaula del recuerdo.