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AMALJA PREBISCH DE PIOSSEK 357

LA RANDERA TUCUMANA

Naranjo con fruta de oro, cedrones de copa blanca, “dama de noche” silvestre y la rubia flor de caña; tardes calientes de estío límpida y tibia alborada, ¡llorad, que se va muriendo la randera tucumana!

... Era morocha y garrida, graciosa, vivaz y franca; tenía los ojos negros

y negras las crenchas lacias; sobre el ceñido corpiño

las gruesas trenzas jugaban, si caminaba ondulando

la randera tucumana.

Pálida tez, suave y fina,

boca a reir preparada; húmedos labios... Y en todo, dulzor de sabrosa caña... Dulzores de ella, fluyendo

en cadenciosa palabra,

si hablaba, sencilla y buena, la randera tucumana.

Tardes de estío la vieron baio un naranjo sentada, áail la mano pequeña

tejer laboriosa randa...

y oyeron mañanas tibias

la copla doliente y vaga, que iba, al tejer. entonando la randera tucumana...