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ANITA NIEVA DE MUÑOZ 333

Al volverme luego mujer, bien temprano, viendo de la vida su aspecto más cruel,

¡siempre hallé en la sombra la paz de tu mano y me dió el silencio tu frase de miel!

Aun en los transportes de amor te veía proyectar tu sombra de eterna presencia, lo mismo en la pena, que en la dicha mía... ¡siempre guardadora de mi confidencia!

Tu caricia áspera fué siempre sincera,

yo sé que es la única que no ha de faltarme— “y cuando en la vida, cruce la frontera...

¡tú, mi soledad, has de acompañarme!

SONETO

Van cambiando las máscaras que la vida nos puso, la máscara inocente, y la máscara cruel, se van substituyendo con el tiempo y el uso; ¡sólo el “yo verdadero'” nos permanece fiel!

Todos sabemos bien que somos otra cosa que el papel que el Destino nos dió para aprender, pero todos bajamos la frente sudorosa ¡Cuesta tanto librarse, y es tan fácil ceder!

Mueren gérmenes nuevos de ignorada ternura y bebiendo en el cáliz de la eterna amargura, sabemos que es dañino y peligroso amar...

El más santo cariño nos engaña, y aterra, e inclinamos los cuerpos, poco a poco, a la tierra, ... ¡esperando la Muerte, que nos venga a librar!