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MARÍA ELENA FERNÁNDEZ MADERO

DESENGAÑO

Aniceta Miraflores

Es de un feo tan subido

Que, aunque soñó con amores Ni aun en sus tiempos mejores Pudo engañar a Cupido.

Su boca siempre sonriente Cual tajada de melón,

Deja ver un solo diente Como diciendo a la gente De muestra basta un botón. Si un ojo mira a un costado Haciendo un guiño muy fino, El otro queda entornado;

Sin duda escandalizado

Por la audacia del vecino. Con todos estos primores

Y los que huelga decir,

La niña de Miraflores

Vive suspirando amores

Que jamán han de venir. Pero olvidaba un detalle fConsuelo de la Aniceta): Alguna vez por la calle, Refiriéndose a su talle, Diícenle una cuchufleta.

Mas luego al verla de frente Añaden:—Cuidao mi negra...

¡No vaya usté a hincarme el diente!...

¡Vaya usté a ver a mi suegra Pa que muera de repente!

Al llegar un carnaval

Buscó, para darse “pesto”, Un disfraz original

Que figuraba, tal cual,

Un bicho de los de cesto.

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