BEATRIZ EGUÍA MUÑOZ
Me llego a la vida triste y confiada
en mi previsión de no esperar nada,
me llego a la vida, por mirar el vuelo del ave que pena por llegar al cielo, por seguir la fiesta
de la Primavera, por ver la Esperanza,
la loca Esperanza, que en cuanto la orquesta inicia un acorde, de nuevo se lanza.
Me llego serena, teniendo en el pecho más de algún ensueño, del todo deshecho. Porque sé que sobre el obscuro abismo vierten las estrellas todo su lirismo. Porque sé que sobre los rosales muertos las aves celebran sus dulces conciertos.
Y es por eso que alzo llena de arrogancia la copa de mi alma que es toda fragancia. y frente a la Vida, frente a la tristeza, brindo por la hora triunfal de belleza,
en la que nos llega el dolor de amar,
y el noble dolor,
de unas infinitas ansias de volar,
con el alma toda convertida en flor...
Brindo por la hora tristemente larga en la que la pena honda nos amarga, brindo por la pena, porque prende alas que nos llevan lejos de las horas malas. Brindo por la herida roja que el destino puso como antorcha frente a mi camino. Brindo por mi alma, que surge radicsa de la santa hoguera, donde se ha extinguido toda mi quimera, toda mi quimera blanca y luminosa.