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MARÍA ALICIA DOMÍNGUEZ
¡Oh, alegría suprema de ser joven y fuerte
y capaz de emoción!... ¡Yo siento que el celeste de mi traje ligero y el morocho del rostro
me autorizan al canto que traigo de las islas como el fruto más dulce de un día de alborozo!
Las orillas se estrechan, florecidas de focos: Nos rechazan las aguas obscuras hacia un día eléctrico y ficticio y entramos tan despacio como si remolcáramos todo un pueblo de islas con árboles y frutas, madreselvas y pájaros!
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