Página:Antologia Poesia Femenina Argentina.djvu/190

Esta página no ha sido corregida

190. ANTOLOGÍA DE LA POESÍA FEMENINA ARGENTINA

La piedra supo entonces del olor de la tierra cuando la lluvia rompe como sellos de lacre

los pomos de anchos pétalos cuyo aroma despierta de las corolas nuevas de las flores fragantes.

Y conoció la fresca red parlera que tejen

con sus hilos de música y de aurora las aves

y supo de la fuerte caricia hecha de fuego

con que el sol estremece de vigor los follajes

¡y se embriagó en la enorme sinfonía de bronce de cristal y de hierro que los vientos reparten!

Así, frente a la Vida perecedera, en ella duplicaba el Destino sus dos símbolos graves. Pero sopló el invierno las raíces y el frío cundió matando el fuego que animaba su entraña. La amarillez marchita de los gajos caídos

fué como una apariencia de angustia desmayada. Se desciñó el ramaje, poco a poco, en el lento desprenderse crujiente de las guías heladas

y la frialdad inmóvil de la piedra, fué inmensa desolación del alma que se pierde a sí misma después de haberse hallado; fué frialdad doblada de frialdad ahora todavía más fría...

(Yo he conocido un alma, grande en su desamparo como la Cruz de piedra que unía el Infinito: Polarizó la fuerza victoriosa del mundo

y exaltó la alegría de triunfar del destino

y una vez fué sobre ella la púrpura vistosa

y hoy en la soledad terrible de su frío

perpetúa la imagen de un abrazo angustioso

en el que se hace piedra, la llama del Estio...)