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SUSANA CALANDRELLI 135

LA FIESTA DE MEDIA NOCHE

(Un claro en la selva. Nadie lo conoce).

La fiesta empezaba después de las doce. Los árboles todos fingian dormir...

Ni un leve murmullo se dejaba oír.

De pronto los grillos trajeron su orquesta, para que pudiese comenzar la fiesta,

y entonces surgieron con animación borrosas siluetas de cada rincón,

que allá entre la sombra saltaban de goce, pensando en la fiesta que empieza a las doce.

La señal la dieron tres rayos de luna

que asomaron juntos cerca de la una, cuando comenzaban a desesperar

los que, ya llegados. querían bailar. Entonces ¡qué hermoso conjunto formaron los gansos solemnes que al cielo clamaron, las rubias luciérnagas, el torpe avestruz,

y aquellas gacelas de ojazos de luz, danzando, embriagados de amor y de luna, en medio del bosque, después de la una!

El topo que siempre se asoma a las dos, filósofo ciego que medita en Dios,

salió aquella noche de su madriguera algo más temprano por ser primavera, y dijo enojado: “¿Qué sucede aquí? “Es impertinente divertirse así...”

Pero como nadie quiso hacerle caso, volvióse a su cueva rumiando el fracaso, mientras los danzantes, del amor en pos, seguían bailando, después de las dos...